Esta es la historia de un agente de la CIA enviado por George W. Bush a los países de Medio Oriente. Les diré un secreto, la identidad falsa de nuestro agente en los países árabes era Ali Benalmi y su verdadero nombre, Marshal Miller. De hecho, Marshal varía entre estas dos identidades según el país en el que se encuentre. ¿Acaso no tiene amigos ni familia en los Estados Unidos? Se lo pregunté, pero prefiere no decir nada porque ese es otro secreto. Este hombre llegó en la década de 1960 a Medio Oriente, una época en la que el petróleo estaba en auge. Como les dije, lo envían desde USA y les contaré la terrible historia que le aconteció.
El 19 de julio de 1961 llegó a la Bahía de San Francisco, convocado por un agente de la CIA cuyo nombre no importa porque también había sido inventado. Lo llamaron de urgencia a las ocho de la noche para explicarle su nueva misión de altísima importancia. A las 10h30 de la noche terminó su reunión, fue a comprar una pizza y regresó a un hotel destartalado en la circunvalación de la ciudad. A las 00h empezó a preparar su viaje: equipaje, mapas, armas, todo estaba listo. Cuando terminó de arreglarse se fue a dormir cuando, de repente, llamaron a la puerta... En realidad era la agente McKellen, una mujer de 24 años que le entregó un sobre. En este sobre había varios fajos de dinares jordanos y un pasaporte libanés a nombre de Ali Benalmi. Todo salió bien. La operación estaba lista, así que al día siguiente, se levantó temprano para salir a las 7 de la mañana. Tomó un taxi hasta el aeropuerto. El avión, que despegó puntualmente a las 10h, se dirigía a Beirut, Líbano, no lejos de Palestina. Tras dieciséis horas de vuelo sobrevolando el océano y Europa, nuestro amigo llegó a la capital libanesa donde la esperaba otro agente de la CIA. Este agente se llamaba Bilel Faroussi, cuyo verdadero nombre era Marc Ownell. Tras darle la bienvenida, se dirigieron juntos a una casa secreta cuya ubicación, por razones de seguridad, no mencionaremos, aunque para tranquilizar a los lectores más curiosos, precisaré que estaba en el este de la ciudad de Beirut. Marc Ownell presentó a Ali al resto del equipo y les explicó las tareas que debían realizar en las primeras semanas de exploración y recopilación de información con el objetivo de elaborar un informe previo a la misión para la Casa Blanca. Ali, cansado tras una intensa jornada de viaje, fue a descansar a su habitación. Al día siguiente, salió para descubrir la ciudad. Sus primeros pasos se dirigieron al distrito de Jnah. Se sentó en un café y pidió té y un pastel. Pasaron las semanas y cada vez se sentía más integrado en el país. La misión iba a las mil maravillas.
Un día Ali conoció a una mujer. Tan pronto como la vio, quedó hipnotizado por su belleza. Se dirigió hacia ella y le invitó a tomar algo en un bar de moda en el centro de la ciudad. Hablaron, rieron, se lo pasaron bien. En algún momento, los dos comenzaron a fumar una droga de moda en esos años, que transportó a Ali por una noche a otra realidad. Y ahí empezó lo más interesante de la historia. Cuando despertó, Ali estaba en una montaña junto a un arquero, un jinete y un hombre con una gran lanza de dos metros. Ali no entendía qué pasaba y comenzó a pellizcarse pensando que solo estaba teniendo una pesadilla. El efecto de aquella droga era tan fuerte que Ali se sentía como en una realidad virtual. Desde ese momento, Ali tuvo la sensación de habitar dos mundos al mismo tiempo. Estaba en una región árabe cercana al Líbano con una hermosa mujer, y a la vez en una montaña al frente de un ejército de 100.000 hombres, equipado con lanzas y escudos. Los arqueros se camuflaron en una montaña para cubrir a los soldados, que permanecieron en la parte inferior. Gracias a la estrategia que parecía dirigir Ali, el ejército contrario huyó. El agente de la CIA quedó impresionado y le preguntó a uno de los arqueros de dónde habían salido. El arquero le explicó la operación gestada por Ali: proteger a los soldados desde la gran montaña de Nakram, en la Ribera Occidental.
Pensando que la batalla había terminado y que no quedaba rastro de los enemigos, los arqueros y nuestro amigo Ali Benalmi descendieron de la montaña Nakram. Pero este fue el golpe fatal… Cuando los enemigos supervivientes vieron a Ali de lejos, quisieron matarlo como venganza. Fue entonces cuando un hombre llamado Ivann Mastrich se acercó a Ali para matarlo sorprendiéndole con una gran espada afilada y poderosa en el cuello. Fue entonces cuando Marshal se despertó de su larga siesta y allí estaba todo su equipo de la CIA. Fijó su mirada en el fondo de la sala, donde estaba la mujer de la que Ali/Marshal se había enamorado durante su viaje. Al verla, su corazón se aceleró y el mariscal Miller murió en el acto.
Ali Benalmi
1990. Un hombre llamado Mahmoud regresa de una jornada con sus compañeros de trabajo. Estaba muy feliz pero no sabía que cuando regresara a casa lo que iba a descubrir iba a cambiar su vida. Al regresar ve sangre por todas partes y descubre que sus tres hermanos, sus dos hermanas y sus padres han sido asesinados. Mahmoud está confundido y se pregunta quién pudo haber hecho eso. A los pocos días del funeral de su familia solo hay una cosa que pasa por la cabeza de Mahmoud: la venganza. Tras meses de investigaciones, finalmente descubrió a los culpables: eran unos jóvenes de su barrio que conocía desde la infancia. Mahmoud no entiende cómo han podido hacerlo y consagra sus días a saber por qué han podido hacer algo así.
Pasan los años, Mahmoud se casa y forma su propia familia, pero aquel horrible crimen permanece en su cabeza a pesar de tener hijos y esposa. Un día escribe una carta diciéndole a su esposa que no se preocupe y que cuide de sus hijos. Esta fue la última noticia que tuvo de su marido.
Cuatro años después, Mahmoud cambia de identidad física, no era reconocible. Se tomó todo este tiempo para preparar un plan y vengar a su familia. Compra un departamento en el barrio, compra armas y espera unas semanas para prepararse bien y el martes 7 de junio de 1994 a las cuatro de la mañana, abre fuego contra las personas que asesinaron a su familia. Luego decide volver a adoptar su verdadera identidad y se reencuentra con su familia, que no había visto durante cuatro años. Su esposa le cuenta entonces que alguien disparó a los asesinos de su familia. De las cinco personas, había una que había sobrevivido. Lo que su esposa no sabía era que el tirador estaba a su lado.
Pasan los meses y las investigaciones avanzan. Un día llega la policía para registrar la casa de Mahmoud a las cuatro de la mañana. Su mujer no entiende nada y no deja de gritar que no hizo nada, pero lo que no sabía era que la policía lo estaba arrestando por asesinato con premeditación. Mahmoud tampoco pensó que estaba detenido cuando llegó a la comisaría. El comisario empieza con el interrogatorio. El comisario le dice a Mahmoud qué tiene en la mano. Mahmoud dice que no es nada. “Me corté mientras hacía bricolaje”. Pero en realidad era una herida de bala porque cuando dispararon a Mahmoud, recibió una bala de 9 mm. El comisionado hizo que tomaran muestra de sangre de Mahmoud, que coincidió con la sangre encontrada en la escena del tiroteo.
Mahmoud es condenado a veinticinco años de prisión pero antes de volver a prisión se entera de que la fiscalía se opone a la condena ya que la sangre coincide con la de otro individuo que parece haber desaparecido.
Lalib
Todos los días quedaban en el Pont des Arts para ir juntos al taller de teatro. Este momento era una oportunidad para relajarse, intercambiar ideas, descansar por un momento del ajetreo de las clases, y una posibilidad para conocerse mejor. Puntualmente, a las siete de la tarde, quedaban los cuatro: Los estoy viendo. Emilia, Esteban, Estella y Eduardo conformaban ese grupo que hacía posibles todas las conversaciones. Sus conversaciones amenizaban el camino hasta aquel taller que les permitió la posibilidad de vivir una experiencia única. En medio de un mundo cada vez más agitado, con una humanidad algo agrietada, el taller constituía un refugio solidario en el que encontrar apoyo, complicidad y amor entre los textos memorizados. El teatro les brindaba el mejor papel que podían interpretar creando alianzas entre los personajes, un papel más sencillo que el adjudicado al otro lado del telón.
Un día que parecía empezar como cualquier otro, en el camino hacia el taller de teatro, mientras compartían bebidas y chuches para la merienda, se hicieron una promesa: “estaremos unidos hasta que la muerte nos separe”. La solemnidad de la promesa se disolvió en el piar dulce de los pájaros que custodiaban su camino. Considerando que su amistad había quedado sellada, no volvieron a hablar nunca de este episodio, quizás por olvido, quizás por temor a romperla.
Desde aquel día, aunque Emilia, Eduardo, Estella y Esteban siguieron quedando a las siete de la tarde en el puente, sucedía que espontáneamente se encontraban antes por el camino. Su relación empezaba a asemejarse a la de los personajes de Rayuela que andaban sin buscarse pero andaban para encontrarse.... Su relación de amistad se hizo tan fuerte que los cuatro parecían emitir una especie de ondas que atraían irremediablemente a los otros miembros del grupo entre sí. Dicen que la unión hace la fuerza y así, bendecidos por la sabiduría popular, el poder de esta relación se fue fortaleciendo desde su primer encuentro.
Sus caminos se cruzaron para fundirse en un espacio sin tiempo que parecía conducir a la eternidad, que imaginaban como un lugar cálido y luminoso habitado por los cuatro.
Son las siete en el Pont des Arts. Los sigo viendo. Sin embargo, por un momento me han parecido otros, los cuatro con rasgos animales que me ponen nerviosa. Tengo miedo, pero consigo acercarme a ellos y, casi sin querer, mi boca les pregunta si recuerdan cuando decían que las vidas de todos eran literatura.
En el taller de teatro de esta tarde no estaban. Como en el teatro, quizá mi imaginación me otorgara la libertad como una llave para lograr mi deseo…. Pero ¿acaso hay un deseo más hermoso?
Allenro
Es un juego extraño, viviendo una vida llena de interrogantes existenciales. Pienso , luego existo. Al principio era solamente una reflexión sin sentido para mí pero la curiosidad me lleva más lejos en la búsqueda de mi propia identidad. Sin embargo, yo no había encontrado nada ni a nadie en el camino. Ahora te llevaré para encontrar un mundo repleto de muchos conceptos diferentes de identidad humana .
Viví una vida llena de remordimientos en una sociedad que acumula prejuicios y en la que yo no sabía cuándo y cómo enfrentarme a los ojos de los demás. Pero un día, después de mi trabajo, me fui a casa perdido en mis pensamientos, sentía mi cuerpo pesado de cargar con el peso de sentirme incompleto, buscando el origen de mi masculinidad, tratando de determinar los géneros que conforman mi mente… Como todas las noches, tumbado en mi cama, me rondaban las mismas preguntas. Sentía que desde la existencia de la humanidad, los hombres habían sido concebidos al igual que todos los seres de la tierra para vivir a su antojo, pero con el tiempo nos fuimos atribuyendo modos y formas sobre la manera en la que teníamos que expresar nuestros deseos primitivos.
Hace mucho tiempo que esa sensación me acompañaba, pero se hizo aún más fuerte siendo un estudiante universitario, un papel que a todos parece gustarles, aunque yo solo quería estar libre en esta sociedad donde me siento obligado a tener múltiples identidades. Recuerdo una vez, estando de vacaciones, conocí a un grupo de estudiantes extranjeros. Observándolos me di cuenta de que ellos sentían esa libertad que yo tanto ansiaba, y les envidiaba. Me acerqué a uno de ellos tratando de hablar en mi inglés aproximativo:
Hi , guys, how are you ?
Hi ! yes I fine
i, ca..n join you
Oh , yeah,sure , don’t worry…..
Fue muy difícil para mí hablar otra lengua pero fueron las mejores vacaciones que pasé ya que no precisaba ser una persona diferente, bastaba con ser yo mismo.
Aquella experiencia agudizó mis reflexiones. Sentía que nuestra sociedad necesitaba cambiar: había algo que embriagaba la personalidad de niños, jóvenes y adultos y que parecía adjudicarles un papel sin haber hecho ningún casting ni, sobre todo, preguntarse por la conveniencia o no del mismo. Por eso me preguntaba y preocupaba por la identidad sexual de los demás, su sexualidad. Hablar de eso parece todavía algo difícil frente a nuestra sociedad, especialmente cuando vives con tus padres y esperas con entusiasmo el día en que ellos te escuchen y ayuden a descubrir tu identidad. Imaginarlo cada noche es un juego extraño.
Moodaro
Es un juego extraño al que Ludovic y Yuna juegan. Dos personas muy diferentes al mismo tiempo, tan iguales…Yuna sale de una familia de cristianos muy practicantes y Ludovic es hijo de futbolista. El padre de Ludovic quiere que su hijo sea futbolista y nada más.Y los padres de Yuna quieren que su hija consagre su vida a la religión cristiana. El problema es que Ludovic prefiere la moda y a Yuna le interessa el islam. Lo que tienen en común aunque parece poco, en realidad es mucho porque eso cambia toda la perspectiva de sus vidas. Ellos saben quiénes quieren ser.
A Ludovic le gustaría mudarse con su novio, dejar el fútbol e iniciar su carrera de modelo. Y el padre de Ludovic quiere que su hijo deje la escuela y que se dedique exclusivamente al fútbol; le gustaría que integre el club de fútbol de PSG y que sea un buen futbolista como él. Ludovic no quiere lo que su padre desea para él y el padre de Ludovic, aunque no sepa nada de los deseos de su hijo, tampoco lo aceptaría si lo supiera.
El caso de Yuna es tan complicado como el de Ludovic. A Yuna le gustaría estudiar Sociología, tal vez para intentar comprender el comportamiento de sus padres. Sus padres desean que su hija sea monja y que consagre su vida a la Iglesia cristiana. Yuna no quiere ser monja y los padres de Yuna, aunque tampoco saben nada, no querrian que su hija se convirtiera al Islam.Viven siendo las personas que sus padres y la sociedad quieren que sean sin preguntarse quiénes quieren ser. Y aunque lo sepan todavía no son capaces de dar el paso. Ludovic ha oído historias de adolescentes golpeados o incluso asesinados por su propia madre al descubrir que era gay… Todas esas historias justifican su pasividad para seguir siendo la persona que se conforma a las reglas de la sociedad y las exigencias de su padre y no la que quiere ser. Y a Yuna le sucede lo mismo: en la televisión no paran de hablar del islam diciendo que las mujeres que llevan el hijab son soumisas lo que desierta en ella el miedo al rechazo, como esas mujeres mujeres denigradas y asaltadas en la calle por ir veladas. Los dos se encuentran en situaciones incómodas que hacen que no puedan ser quiénes quieran. La solución es ir a un sitio donde nadie les conozca, un lugar donde no haya normas impuestas por la sociedad.
En una noche muy fría de diciembre Ludovic y Yuna se van a dormir, pero por falta de sueño sus imaginaciones los trasladan a un mundo lejano, a un sitio desconocido para crear sus historias siendo quienes quieren ser. Yuna se va a Marruecos, a un país musulman donde podrá practicar su religión libremente y vivir sin demasiado dinero. Allí consigue un trabajo que le permite pagar sus estudios en Sociología… Por su parte, Ludovic ha elegido Estados-Unidos donde también hay homofobia pero es un país de mente más abierta, que le ha permitido lanzar su carrera como modelo.
-LUDOVIC, ¡LEVÁNTATE TIENES ENTRENAMIENTO DE FÚTBOL!
-Ya voy
Qué dulce sueño he hecho.Aunque me parece surrealista. A lo mejor es un signo del destino.
-YUNA, LA MISA ES A LAS ONCE, ¡LEVÁNTATE YA Y DATE PRISA!
-Vale mamá
Un sueño muy extraño. A lo mejor tendré que dejar el nido familiar y lanzarme por mis sueños. De todos modos, ya tengo 18 años y puedo ir a vivir sola a otro país.
-Yuna o te levantas ya o vamos a llegar tarde a la misa.
-No, no voy a ir
-¿Cómo que no vienes? ¿Por qué?
-Porque no quiero y ni siquiera me interesa la religión cristiana. Estoy harta de fingir ser alguien que no soy. No quiero ser monja ni consagrar mi vida a la religión cristiana. Quiero estudiar sociología y soy musulmana, así que no voy a ir a misa con vosotros.
Ya no quiero fingir estoy harta de deber hacer lo que quereis que haga de MI VIDA.
Voy a hacer lo que yo quiero y si no estáis de acuerdo, me voy.
-No digas tonterías.
-Anda, duerme cariño, creo que estás borracha.
-¡Que no son tonterías! y que si nos estáis de acuerdo, me voy de aquí.
-Pero qué crees que vas ha poder hacer solo eres una niña con sueños surrealistas y además ¿quién crees que va a aceptar una mujer musulmana en este mundo?
Después de esta discusión con mis padres me fui del nido familiar. Y he realizado el sueño que me empujó a rebelarme.Vivo en Maruecos donde a nadie le molesta mi religión, estudié Sociología y trabajo para poder vivir.Y aunque estoy triste de haber dejado a mis padres creo que era lo mejor que podía hacer. He crecido en una sociedad donde te imponen ideas y un sistema al que debes conformarte y cuando esa ideología no te conviene debes fingir. Aunque no sea fácil, hay que cultivar la mente para no ser prisionero del sistema que la sociedad actual impone y para tener el coraje de salir de ese sistema. Ludovic es el ejemplo perfecto para demostrar que somos prisioneros del sistema. Nunca ha tenido el coraje para rebelarse frente a su padre y la sociedad que le impone que porque es un hombre, no puede interesarse por la moda, así que sigue siendo prisionero de este sistema sin darse cuenta.Va a vivir una vida que no ha elegido. Pero lo que ha elegido es fingir ser quien no quiere ser. Quizá la fatalidad de esta vida sea vivir siendo alguien que la gente quiere que seas pero no dejar sitio para la persona que quieres ser.
La Pipelette
En los años 60, un hombre de Guatemala tuvo que cambiar su nombre de Aj Koo a Alejandro. No sabía por qué había elegido ese nombre, pero en cierto modo era como una señal de Dios.
La guerra había comenzado hacía unas semanas. Tenía que escapar de su destino. No quería morir.
Alejandro procede del griego alexein, que significa "proteger". Desde la infancia, siempre había sido como un hermano protector para los niños del pueblo. Le gustaba ayudar a la gente. Se le apodó "hombre solidario".
Amaba a una mujer, de nombre Xanat, y tenía que protegerla de los monstruos del gobierno.
En la ciudad de Cobán, la vida era como un largo camino en el que el tiempo no se controla, y pasa como una estrella fugaz.
Esta vida imperfecta la había aplastado durante un tiempo. Ella no había pedido nada. Lo había hecho todo para intentar sobrevivir y superarse a sí misma. ¿Acaso su destino estaba escrito para que Xanat encontrara una forma de superarse a sí misma, de luchar contra el determinismo de la miseria?
Xanat era del pueblo de Plan de Sánchez en el departamento de Baja Verapaz. Tenía una larga cabellera de ébano y grandes ojos negros en forma de almendra. Su rostro era regordete y estaba enmarcado por unos pómulos grandes y prominentes.
Entró en el vestíbulo de una gran casa. Todo aquí le parecía irreal. Su mirada se posó en un objeto desconocido: pequeñas tachuelas grabadas en oro que sostenían lujosos abrigos y bufandas multicolores. Era un perchero, nunca había visto uno. En casa, la gente no tenía ni abrigos, ni bufandas, y aún menos oro.
El ama de llaves le hizo un gesto con la mano, ordenándole que se acercara. La anciana, con su pelo blanco, la presentó a los Silveras. Los Silveras pertenecían a una poderosa familia guatemalteca. Cuando escuchó el nombre de Silvera, Xanat se sintió tan pequeña y vulnerable... Tras unas breves presentaciones, la joven se dirigió a las dependencias de la servidumbre y cambió su vieja túnica por un flamante uniforme hecho a medida para el personal de la casa.
En esta casa vivía una joven, se llamaba Luisa Silvera, era hija de Juan Silvera. Este hombre era sospechoso de la muerte de miles de niños, mujeres, hombres y ancianos. No sabía a quién creer, si a su madre, que le decía que su padre era inocente, o a la palabra de todos aquellos hombres y mujeres que estaban frente a su casa esperando que se hiciera justicia. Luisa conocía el dolor de perder un hijo, seguramente era lo más duro del mundo. Había perdido a su pequeña, había muerto de listeria, una enfermedad que los niños suelen contraer porque la leche no está pasteurizada.
La noche estaba tranquila en casa de los Silvera, a pesar de la brisa del sur que rozaba las baldosas de la casa. Uos gemidos procedentes de la habitación al final del pasillo de las criadas despertaron a Luisa. Curiosa, la joven acercó el oído a la puerta y escuchó un llanto. Cuando entró en la habitación, vio a una joven arrodillada con las manos secándose las lágrimas. Luisa se sintió conmovida por el llanto de la criada y la tomó en sus brazos. A Xanat le costó calmarse. A pesar de la modestia que le había inculcado su familia, Xanat se abrió por primera vez.
Xanat contó cómo tuvo que huir de su antigua vida, que tanto amaba. Pero también el hombre al que amaba y con el que una vez había soñado fundar una familia.
Un día recibió una carta de Ikal, un amigo de la infancia de la joven y de Aj Koo, al que amaba. El amigo de la infancia le contó que Aj Koo había muerto, asesinado por un soldado mientras intentaba proteger a una niña. A pesar de esta carta, Xanat estaba segura de que seguía allí, quería verlo con sus propios ojos. Después de esta carta Xanat no tuvo más noticias de su prometido, había desaparecido. Todavía podía oír sus últimas palabras: "Sé valiente, siempre velaré por ti".
La última vez que lo había visto la había dejado cerca de Cobán, el pueblo cafetero, para protegerla de las masacres.
Después de que se confiara a ella, Luisa decidió ayudar a la chica a encontrar a su prometido.
El padre de Luisa era general del ejército y tenía acceso a la información confidencial de los habitantes de la región. Luisa no podía salir de su casa por los hombres y mujeres enfadados que la esperaban en la puerta. Su padre estaba enfermo y descansaba en su habitación, ella podía acceder a su despacho, sólo necesitaba la llave que estaba en la habitación de sus padres.
Luisa era la menor de sus hermanos y estaba muy unida a su padre, por lo que no tendría problemas para recuperar la llave que guardaba tantos secretos.
Abrió el picaporte y entró en el despacho de los secretos. Leyó detenidamente todos los expedientes relativos a los hombres que convirtieron en prisioneros. Buscó al hombre que, tal y como lo había descrito Xanat, era moreno con ojos avellana, alto. El problema era que todos estos hombres tenían el mismo perfil.
Luisa no se dio por vencida, buscó, le había prometido a Xanat encontrarlo, no podía defraudarla, era una chica tan dulce y delicada, merecía ser ayudada.
Luisa no había dormido en toda la noche, tenía cuatro fotos de hombres que estaban en la cárcel y esperaban ser juzgados. Uno de estos chicos se parecía mucho a la descripción de Xanat. Así que Luisa fue a mostrar estas fotos a la joven que estaba poniendo la mesa para el almuerzo. Cuando Luisa le mostró la foto del hombre, se puso a llorar, era él. Estaba vivo y podía visitarlo antes de que lo condenaran. Verlo por última vez. Tal vez lo hiciera.
En esa mañana de mayo, el cielo estaba despejado y la temperatura era suave. Los aldeanos estaban acostumbrados a los días de lluvia y al calor sofocante. Lo encontraron extraño. Para la joven de rasgos finos era una señal de las fuerzas de la naturaleza. Esta naturaleza se estaba regenerando, como le ocurrió a Xanat ese día cuando llegó cerca de la prisión donde estaba Aj Koo.
Cuando estuvo a menos de unos metros de él, el hombre al que había amado durante tantos años, sintó que tenía el corazón en un puño. Un calambre pareció aplastar su caja torácica. Aj Koo se encontraba erguido como una espiga en la celda. Todavía tenía esa mirada un poco incómoda. La de los ansiosos congelados en su angustia. Lo observó desde la distancia, entre los adustos soldados y los abogados. Llevaba unos viejos pantalones de canalé, impuestos a los presos, ligeramente demasiado grandes y sin planchar. Su pelo engominado estaba obviamente sin peinar. No había cambiado tanto. Xanat sonrió. La sonrisa que ahora se formaba en sus labios era la de la magia del amor que resurge de nuevo.
Aj Koo siempre había tenido una belleza lánguida. Su piel era cobriza y sus hombros anchos. Era como si su cuerpo estuviera vivo de nuevo.
Hoy, sin embargo, Xanat apenas podía distinguir la sombra de sus recuerdos. Se dirigía hacia Aj Koo. Luisa estaba detrás de ella, acompañándola.
- La joven avanzó
En ese momento, el tiempo se detuvo en la cabeza de Xanat. Una vez más el pasado invadió su alma, su cuerpo, todo su ser. Violentamente. En unos segundos, Xanat dejó de ser la chica grande y fuerte que se enfrentaba a la vida como una guerrera. Tuvo que enfrentarse a esas manadas de hombres para no hundirse. Para sobrevivir en una sociedad que había disociado al ser humano.
- ¡Así que eres tú! Dio un paso hacia ella. Aj Koo la tomó en sus brazos. Sus dos cuerpos de tantos años volvieron a unirse. Por fin. Con cuidado. Casi con miedo. Sus bocas se tocaron. Se habían encontrado de nuevo. El mundo, de repente, dejó de existir. Ni los soldados ni los abogados parecen molestar a los dos tortolitos.
El tiempo se detuvo. Sin restricciones. Naturalmente, se abrazaron. Durante mucho tiempo.
Suele decirse que, cuando dos personas están hechas la una para la otra, el tiempo y los obstáculos pueden ser duros, pero no pueden separarlas realmente. Un día u otro, las personas que se aman se vuelven a encontrar. ¿Fue posible? ¿Podría Xanat creer en estas acusaciones, que siempre había considerado falsas? Con un suspiro, por primera vez en tanto tiempo, todo parecía perfecto. Sintió una absoluta sensación de bienestar. La calma la envolvió. Su cuerpo se derritió en los brazos de Aj Koo.
Dos soledades se descubrieron mutuamente. Habían pasado muchas cosas en todos esos años de ausencia. La violencia y las lágrimas, las palabras de amor que ya no se pronuncian, las traiciones que devastan, los éxitos halagadores, esta injusticia... las lágrimas y las dudas que se reprimen.
Vivir con medio aliento. Falta de amor. Asfixia. Huyendo. Y luego a armarse de valor. Retomar el curso de la vida. Destrozado, quizás, pero aún vivo. Supervivientes, ahora tendrían que domesticarse mutuamente. Aj Koo era hermoso. Xanat le observó. Durante unos instantes, su mirada se perdió en la de su primer amor. Se dio cuenta de lo largas y dolorosas que habían sido las tardes y noches sin él. Cuántos años de calvario ha habido en todo este tiempo. Cómo su separación la había devastado una vez. A pesar del miedo que aún corría por sus venas, sonrió y le respondió tímidamente :
- Sí, Aj Koo, soy yo.
Después de estas pocas palabras del hombre al que amaba, su luto había terminado. Para ella fue el principio del fin. Nunca más podría tocarlo, sentirlo, abrazarlo, formar una familia. Para Xanat, sólo era un impostor, pero para el gobierno era un traidor, como todos aquellos hombres que habían participado en la masacre de miles de hombres y mujeres.
Nombrar lo que nunca antes ha existido era lo que Aj Koo había hecho, le había mentido, Xanat estaba enfadada con él por sus mentiras. Ella hubiera querido que se fuera, no debería haberse escondido detrás de otro hombre que no era. No podía entender su elección, lo había hecho para salvarla escondiéndose tras la apariencia de un hombre blanco y no de un hombre de piel cobriza, que era.
A veces el hombre es el autor de una farsa porque la propia sociedad es vil, violenta. Así que a veces la gente tiene que usar el engaño para escapar de su destino.
La mentira es censurable, pero ¿no podemos considerar también censurable una sociedad que discrimina o hunde en la miseria a personas consideradas como infrahumanas o víctimas de la tortura? ¿Podemos culpar tanto a este hombre por haber mentido y haberse perdido en la impostura para invertir el destino?
Talasi
España, Huesca, año 1962. Lucas, un hombre de 38 años, ocupa un pequeño puesto en el ayuntamiento pero no es el más importante, es un hombre bastante reconocido en su ciudad como trabajador honrado. Hacía mucho por su ciudad y sus habitantes, los ayudaba hasta donde podía como voluntario u otros medios; quería sentirse útil y, sobre todo, apreciado. Su reputación era muy importante para él, eso hay que tenerlo en cuenta. Su vida sentimental y privada no tienen nada de especial: no está casado, no tiene hijos, pero eso no parece importarle.
Después de su jornada de trabajo, como hacía a menudo, Lucas acude como cada semana a una asociación que ayuda a personas de la ciudad necesitadas que no cuentan con grandes fuentes de ingresos. Solía quedarse hasta tarde, así que como cada semana, cerró la asociación junto a otro compañero, se tomó su tiempo para hacer balance del día y de la semana para saber lo que hacía falta y comprobar las cuentas. Pero ese día había un error en las cuentas. El compañero de Lucas se había equivocado, lo que obligó a Lucas, algo molesto, a volver a empezar después de un día que a esas alturas, ya le resultaba agotador. Entonces se inició una pequeña pelea sin importancia entre los dos cruzando reproches relacionados con el trabajo y con otros asuntos que no tenían mucha importancia pero ambos estaban tensos, irritables e irritados por lo que el otro decía. Empezaron a malinterpretar cada palabra del otro, que se tomaban a mal y al pie de la letra. Y como toda interpretación errada, como toda hermenéutica imprecisa, lo que debería haber terminado como unas cañas entre amigos después de una dura jornada, acabó en drama. Poseído por una ira desconocida, Lucas empuja a su compañero con mucha fuerza, haciéndolo caer. Fue una caída dolorosa y fatal que le rompió el cráneo contra el suelo. Lucas, al darse cuenta de lo que acaba de hacer, no sabe cómo reaccionar. No se reconoce en ese hombre violento capaz de acabar con la vida de un amigo. ¿Qué hacer? ¿Llamar a la policía? No, no quiere terminar sus días en la cárcel, no quiere que lo consideren un asesino, no puede tener esa reputación, no, es demasiado vergonzoso después de todo lo que ha hecho para ser considerado un ciudadano ejemplar. Lucas se apresura a cerrar la asociación. Está todo oscuro y a estas horas no hay gente afuera, así que arrastra el cuerpo hasta su auto; se va a su casa y deja el auto en el garaje mientras piensa qué hacer. Una única idea le invade: ocultar el cuerpo y huir de la ciudad para no estar allí si la historia salta por los aires.
Así, oculta el cadáver en el bosque más cercano y tras unos días de preparativos, se dirige al puerto más cercano para tomar un ferry. El primero que sale, navega a Buenos Aires. Llega a Argentina trece días después. Trece días que lo llevan hasta un nuevo continente, un nuevo país, una nueva cultura a pesar de compartir el mismo idioma.
Tras un mes viviendo en un hotel, Lucas se mudó no muy lejos de la capital, a una parcela con una casita barata que compró con algunos de sus ahorros. Para huir definitivamente de su pasado, también ha cambiado su nombre. Ahora se llama Luis Rodriguez, español, de Cadiz. Por unos pesos, encontró a alguien para falsificar su pasaporte y poder así conseguir un trabajo en el supermercado de su pueblo. Este nuevo Luis iba de vez en cuando al café de su pueblo a beber chocolate o café, despertando la curiosidad de sus vecinos. Un día, un hombre se acercó a él y ambos comenzaron a hablar, el hombre quería saber quién era, etc.
Luis se va y otro hombre se acerca al que habló con Luis y le dice:
-”Entonces, ¿Quién es este nuevo?”
-” Se llama Luis, es español y vino aquí para cambiar de vida”, dijo el que habló con Luis.
-”Pero, ¿por qué? parece joven para cambiar su vida y venir a un pequeño pueblo argentino”, responde el otro
-”Me dijo que había venido aquí y había cambiado su vida por dos cosas, la primera era que su esposa estaba muerta y él estaba cansado de su ciudad” le responde, podemos decir, el nuevo amigo de Luis.
- “De la segunda, prefiere no decir nada porque ese es otro secreto” prosigue, dejando a su interlocutor con la pregunta entre los labios.
Va pasando el tiempo y Luis parece amar su nueva vida allí. El césped de su casa está algo descuidado, así que decide pagar a un jardinero para que pase y limpie su jardín mientras él trabaja. A su vuelta, Luis ve en la entrada de su casa a la policía esperándolo. El jardinero había descubierto en la parte trasera de la casa una mano que salía del suelo y corrió a dar aviso a las autoridades. Detienen a Luis como sospechoso y rápidamente descartan al jardinero por su coartada. Interrogan a Luis, le preguntan si sabía quién era el hombre enterrado en su jardín, si lo conocía y Luis respondía cada vez que no sabía quién era ni porqué estaba en su jardín. Entonces el policía le dijo si tenía idea de quién pudo haber hecho eso, aunque a su pregunta le sucedió una duda que sonó a acusación… era raro que nadie hubiera vuelto a ver al anterior propietario de la casa desde que Luis vivía allí… Luis, trató de defenderse diciendo que era otra persona, que había llegado hacía apenas unos mesese huyendo de su vida en España, que pudo quién le vendió la casa, aunque no recuerda su nombre y apenas puede aportar una descripción física vaga sobre él… Luis ya lo imagina como un doble suyo que replicó lo que hizo antes él en España… Para el policía todos sus argumentos sonaban a excusas. Todas los indicios estaban en su contra, así que la Justicia termina por condenarlo culpable. Caso cerrado. Luis es condenado a cadena perpetua en Argentina por un asesinato del que es completamente inocente, aunque ustedes y yo, sabemos que no lo es tanto…
El primer hombre
La habitación estabazambullida en las tinieblas de la noche. Lo poco que podía ver estaba iluminado de la baja luz del ordenador, donde llevaba horas sentado escribiendo. Solo se podía oír al zumbido de la máquina y el sonido que hacia cuando le tocaba martillar su teclado para responder.
A quién, me diríais. Pues no lo sé. Pero lo sabe. Era “ella”. La persona que, como dice, “hizo que corazón latiera como nadie antes lo había hecho”. La persona para quien “guapa no sería un adjetivo suficiente para describirla”. Tantos cumplidos, que podríamos imaginar que dos adolescentes podrían pronunciar para intentar poner celosos a sus amigos solteros. Ella dice : “no tengo amigos”. Respondiólo mismo. Ella le dice “te quiero”. Lo dice “lo mismo”. “Y más”.
No se habían visto antes. Jamás.
Se habían conocido en un foro de discusión en el Internet. Desde entonces, se enviaban toneladas de mensajes de amor. Sin verse. Sin conocerse realmente. Tanto para uno como para el otro, eran simplemente dos adolescentes de quince años. Nada más. De su “enamorada” solo sabía cómo era su cara, a través de un par de fotos.
Llevaban tres horas charlando; era muy tarde. Cerca de las dos de la mañana.
- ¿ Y que te apetece que te regale para tu cumpleaños ? Me he acordado que es en dos semanas.
- Solo estar contigo, el resto es igual, le respondió la chica.
Una respuesta de joven enamorada. Lo había anticipado. No era la que quiere.
- Sí, claro. También quisiera lo mismo. Pero, ¿no hay nada que te apetezca? ¿ Figuritas, ropa, maquillaje?
- Pero, ¿por qué? Me da igual. Nada me interesa. Yo solo quiero hablar contigo para mi cumpleaños. Ya está.
Estaba perdiéndola. No le gustaba.
- Vale, vale, le respondió. Nada.
- No es que no quiera. Son mis padres.
- ¿Cómo que tus padres ?
- No quieren que yo dé mi dirección. Estamos en Internet. Si no estuvieran, ya sabes que te le habría dado.
- ¿Para qué?
Se produjo un corto silencio.
- Lo siento.
- Eres extraño, le contestó la joven.
Sonrío delante de su pantalla.
- Ya lo sé, es un juego extraño.
-¿Qué juego ? ¿burlarte así de mi?
-Si. Y quiero jugar algo nuevo.
Se enderezó un poco ante su mesa, gimiendo.
- ¿ Y en qué consiste ?
-Envíame una foto de ti, sacando la lengua, para que tenga algo de tu cara, tu esplendida cara.
Esperó un minuto sin obtener responder. Intuía que estabaincómoda.
-Pues… No sé.
-¿Qué no sabes?
-No lo sé, lo veo claro...
- ¿Estás nerviosa? Es solo una foto, como siempre haces.
-No lo sé, no tengo muchas ganas...
Apretó los dientes, no le gusta sentirse frustrado. Todo lo que quería, lo conseguía, a cualquier precio. Pero con ella, podía hacer un esfuerzo. En hacerle enviar su foto.
- ¿ No confías en mí ?
Era su arma secreta. Y funcionaba todo el tiempo. Sentía la tensión de la chica.
-No, no es. Es qué…
Se quedó silenciosa un momento, antes de ceder.
-Vale. Te la envío. Dame un minuto.
“¿Y por qué no?”, se dijoa sí misma. Tres minutos después, tenía una foto de ella. Era tal y como quería : mirándole intensamente con sus ojos azules. Una pasión forzada, sacando la lengua, en un plano medio que permitía una camiseta blanca. Sonrío de satisfacción, antes de hacer un clic en la foto, y deguardarla en un archivo, llamado “jóvenes”, y un otro “calientes”. Entonces,volvióa la plataforma, dónde había recibido un nuevo mensaje de la chica. Traducía algunas preocupaciones.
- No la muestres a nadie, ¿me lo prometes?
- Te lo prometo. Es un regalito para mí solo. Muchas gracias, amor. Eres perfecta.
- Vale, vale. Son casi las cuatro, estoy cansada.
Se frotó los ojos. También estaba empezando a dormirse.
- Yo también, cuídate, corazón. Y gracias por la foto.
- Buenas noches, gatito.
- Buenas noches, mi rosa, concluyó.
La chica se desconectó. Estiró todo su cuerpo, antes de levantarse de su silla. En este momento, la persona que estuvo sentada todo ese tiempo hablando con ella, se levantó.
No era el chico de quince años que ella creía que era. No era tan guapo como ella pensaba.
Y él, no la amaba por las mismas razones.
Rita Morris
Era por la mañana. Bajé de mi habitación para ir a tomar el desayuno.
Ya estaba sentado en la cocina. Nos miramos como siempre, pero cada uno de nosotros sabia que jamás sería como antes. Éramos otros.
Todo empezó cuando fui por primera vez a dar clase en el liceo La Paz de Sevilla. Estaba muy nerviosa porque era mi primer día y no había venido desde que dejé a mi familia hacía 15 años. Incluso había cambiado mi nombre, no quería ser la que había sido antes. Muchos recuerdos se agolpaban en mi cabeza y quería olvidar para siempre esos momentos que me habían hecho vivir un infierno.
Cuando entré en clase, lo vί. Había cambiado pero yo podría haberlo reconocido entre mil. Estaba en el fondo hablando con sus amigos. Estaba sonriendo y recordé de esa sonrisa que jamás me había abandonad. Grande con el pelo moreno, estaba muy guapo y me sentí orgullosa de él pero al mismo tiempo no sabía qué hacer. Él no me había reconocido. La clase empezó y todos los alumnos se presentaron. Durante las semanas que pasaron, di clase como si no pasara nada, pero en el fondo, estaba muy desorientada. Era una tortura verlo cada día sin poder decirle todo lo que albergarba en mi corazón, pero supe que si lo decía, lo perdería por siempre. Entonces me conformaba con eso.
Un día, en medio de un examen, no se sintió bien y salió de clase. No sé por qué, pero fue más fuerte que mi voluntad. Le seguí para ayudarle. Era la primera vez que le hablaba desde hacía 16 años. Le llevé a mi casa para que recuperara porque sus padres no estaban en casa. Le hice un chocolate con leche y empezamos a hablar en el salón.
Me contó su vida, que era adoptado y que tenía una hermana pequeña. Yo no podía decir nada, solo era su profesora.
Algunas semanas después, comenzó cada miércoles para qué le ayudara con sus tareas y al mismo tiempo conversábamos. La verdad es que nos llevábamos muy bien. Aunque estaba muy contenta de tener un contacto con él, no me sentía bien por mentir sobre quién era. Estaba engañándole. Además, no me sentía yo. Era como si no pudiera ser la verdadera Irene. Era otra. Pero yo sabía que era o esta relación o nada. Y por nada en el mundo querría perderlo una vez más. Ya había sufrido bastante.
Todo se precipitó cuando me invitó a cenar a su casa con su familia. No podía decir que no, Entonces fui. Todo transcurrió bien. Solo la madre me estuvo mirando durante toda la cena y al salir de la casa, me dijo en un murmullo que ella sabía que estaba escondiendo algo y que pronto lo descubriría. Me asusté pero hice como si nada hubiera pasado. Ares me invitó una vez más a tomar café y su madre siempre estaba allí,presente mirándome con descaro. Un día me tomó aparte y me dijo:" Ya está, te reconocí.Tú eres Irene Mendes, la joven que dio luz en el hospital San Jorge hace 16 años. Sé quien eres y si tú te crees que vas a poder hacer daño a mi familia no te voy a dejar. "
Estaba hablándome cuando, de pronto,entró Ares.
Al día siguiente, presente mi dimisión en el liceo. No sabía qué hacer. Sabía que había sido una mala elección haber vuelto a esta ciudad. Me estaba perdiendo en ese juego de papeles.
Ya sabia lo que tenía que hacer. Empecé a escribir mi historia para que me recordara para siempre. No me conocía mucho pero en este libro ya no iría a mentir.
Dejaba de ser otra. Solo era mi historia, una historia de una chica muy joven que creía en el amor hasta olvidarse y olvidar la realidad. Creía en la alegría de la vida y en el poder del amor y que con el todo le parecía posible. Pero estaba sola y cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde.
A un personaje de una novela que un día leí le preguntan si recuerda cuando decían que las vidas de todos eran literatura. Bueno, yo lo recuerdo y decidí hacer mi propia literatura.
A Arès mi hijo que jamás deje de querer
Miércoles
Había una vez una joven llamada Isabel. Tenía 17 años y era alta. Tenía el pelo castaño ligeramente ondulado, ojos azul celeste y pómulos rosados. Tenía la misma forma de cara que su madre, aunque ésta le decía a menudo: "Eres la viva imagen de tu padre". Su madre era más baja que ella, tenía el pelo rubio y los ojos color avellana. Pero tenían un carácter muy diferente: una era muy curiosa e intrépidapor naturaleza, mientras que la otra era muy cuidadosa a la hora de seguir las normas sociales.
Isabel hacía muchas preguntas a su madre sobre la sociedad y sobre su padre:
- Mamá... ¿cómo era mi padre?
- Ya he respondido a esa pregunta mil veces.
- Eso no es cierto, sólo me dijiste que era guapo y amable. Esa no es una descripción verdadera...
Ya habían tenido esta discusión varias veces. Isabel ya sabía su respuesta.
-Sabes muy bien que...
-Sí, lo sé, ¡no podemos permitirnos romper las reglas! Lo sé, pero debes saber que la Guardia Imperial no entrará sin más.
Porque, efectivamente, vivían en una sociedad de orden con reglas para vivir. En primer lugar, «nunca salgas de tu casa antes de las 7:00 horas y después de las 22:00 horas, en segundo lugar, nunca vayas más allá de las puertas que rodean el palacio imperial, en tercer lugar, nunca investigues la identidad de "el enmascarado" y trata de averiguar sobre los hombres, mujeres y niños que nunca volvieron, En cuarto lugar, respeta una sola religión que es creer que el ser supremo y la creación es el dictador. En quinto lugar, no intentes nunca escapar de la sociedad, que tiene unas 8 hectáreas y está rodeada por un gran muro de piedra con cámaras colocadas cada 10 metros aproximadamente. En sexto lugar, no se toleran los actos violentos y, en séptimo lugar, se prohíbe la fotografía.»
Todos los días, la niña acudía a los campamentos educativos de la sociedad. Allí, a los jóvenes como ella se les enseñaban su ideario Los instructores estaban compuestos en parte por la guardia imperial. Todos creían al pie de la letra lo que decían los instructores, excepto dos: Isabel y otro joven llamado José.
Los dos jóvenes acabaron por acercarse y hacerse amigos. Joseph tenía un hermoso pelo negro, ligeramente rizado, y algunas pecas. También tenía muchas preguntas sobre el dictador y la sociedad, lo que estaba mal visto por su familia. Así que se alegró de haber encontrado a alguien que pensaba como él.
Ese día, Isabel se dirigió a su amigo y le dijo: "Esto ya no es posible, tenemos que averiguar quién está detrás de este palacio. No podemos quedarnos sin hacer nada. Quiero saber qué pasó con mi padre.
José respondió: "Estoy de acuerdo contigo, pero tengamos mucho cuidado, la guardia imperial vino a buscar a mi vecino anoche. No quiero desaparecer como él..."
"Lo sé, José... yo tampoco. No te preocupes, tendremos cuidado. Quedemos en mi casa a las siete de la tarde para discutirlo.
José asintió y la miró con sus hermosos ojos oscuros. Isabel le sonrió y se fue a su clase.
Como estaba previsto, José llamó al timbre de Isabel a las siete en punto.
"No te preocupes, mi madre no está. Ha tenido que quedarse en la tienda porque su compañera está enferma. No volverá hasta las 9 de la noche.
"Vale, no te preocupes... digo.... sólo quería decirte que... realmente espero que averigüemos lo que le pasó a tu padre".
Isabel le miró y sonrió: "Estamos a punto de descubrir todo lo que se nos ha ocultado durante tantos años. Pongámonos a trabajar en un plan. Subieron a la habitación de Isabel y discutieron cómo intentarían entrar en el palacio. Ya sabían cómo iban a entrar, ya que el padre de José trabajaba como técnico informático en el sótano del palacio. Decidieron intentar llegar al frente del palacio justo antes del toque de queda, e infiltrarse en el edificio antes de que se cerraran las puertas. Para pasar desapercibidos, iban a pedir prestados dos uniformes al padre de José. Alrededor de las 8 de la tarde, el chico salió de la casa de Isabel y se fue a su casa. En la puerta le dijo: "Le pregunto a mi madre si va a ir a casa de su amiga la semana que viene y si debo estar sola esa noche. Entonces puedo preguntarle si puedes quedarte a dormir.
José la miró y susurró: "Buenas noches, Isabel".
"Buenas noches José..." Tomó su mano y la estrechó en la palma de la suya. Intercambiando una última mirada, José se dio la vuelta y se fue a casa. Isabel lo vio irse hasta que ya no pudo verlo. Su corazón latía más rápido de lo normal.
Al día siguiente, Isabel fue a encontrarse con José en un banco y le susurró: "Mañana... mi madre va a pasar la tarde en casa de su amiga. ¡Tenemos que actuar mañana!
José abrió los ojos de par en par y dijo preocupado: "...mañana... ¡Pero yo pensaba que faltaba una semana!
"Lamentablemente no, ya que mi madre ha estado trabajando más tarde las últimas noches, su trabajo le da un día libre mañana. Así que decidió adelantar la velada. Y también dijo que sí a que durmieras en casa. José se limitó a asentir antes de decir: "Si esto sale mal, no volveremos a ver a nuestras familias... ¿te das cuenta?".
"José, tendremos cuidado, te lo prometo" Ella le agarró la mano y la sujetó con fuerza y le dijo "te lo prometo" Intercambiaron una mirada fija.
Esa tarde, José llamó al timbre de Isabel con una bolsa en la mano que contenía los dos uniformes de su padre. Cuando Isabel abrió la puerta, tenía una gran sonrisa en la cara y le invitó a entrar.
"¿Tu madre ya se ha ido?
Sonriéndole, Isabel respondió con un movimiento de cabeza. Los dos adolescentes se miraron a los ojos e Isabel abrió la boca y dijo: "Vamos a prepararnos, tenemos que salir pronto" Joseph sacó los uniformes y los dos jóvenes se los pusieron sin hacer ruido. A las siete de la tarde, había llegado la hora. Isabel dejó una nota en la mesa de la cocina para su madre. Entonces José le entregó un papel doblado en cuatro y le dijo: "métete esto en el bolsillo y ábrelo cuando todo haya terminado... o cuando el tiempo se agote. Isabel cogió el papel con lágrimas en los ojos y le dio las gracias. Estaba oscureciendo cuando los dos jóvenes salieron al exterior. Al cabo de unos minutos llegaron a las puertas del palacio. Dos guardias se situaron frente a ellos. Los adolescentes mostraron sus documentos falsificados y explicaron que les habían llamado urgentemente por una crisis informática. Sin tratar de entender, los dos guardias dejaron entrar a Isabel y a José en el recinto del palacio. José siguió adelante, pero Isabel miró la gran fachada del palacio y preguntó a uno de los guardias: "Perdóneme, pero ¿dónde está la habitación donde reside el Gran Maestre? Me contestó que estaba en el primer piso, pero que estaba prohibido ir allí. Isabel asintió y contestó: "No se preocupe, sólo era curiosidad. Fue a reunirse con su compañero y las dos se dirigieron a la sala principal.
De regreso, no vieron a nadie, el palacio parecía vacío. De repente, Isabel miró a los ojos de José. Lo besó. José se quedó petrificado. Se miraron, pero cuando él abrió la boca para hablar, Isabel tomó la palabra y dijo: "Debería haber hecho esto hace mucho tiempo. Joseph no tuvo tiempo ni de decir una palabra mientras corría por la gran escalera hacia la sala donde estaba el Gran Maestre. En la cima, se volvió y miró a José. Lo había entendido. Después de intercambiar una mirada le dijo en tono alto y triste: "¡Lo siento, debo saberlo! Entonces soltó un grito agudo que resonó en todo el palacio. La guardia imperial llegó. José echó una última mirada a Isabel, pero ella ya se había ido. Entonces sintió que unas manos le agarraban por detrás. Acababa de ser detenido por la guardia imperial. No volvería a ver a su padre, a su madre... ¡No volvería a verla! Acababa de ser traicionado por la persona que más quería en el mundo.
Isabel entró en una habitación grande y muy iluminada. La habitación era muy luminosa pero no tenía ventanas. Un hombre estaba sentado en un trono en el centro de la sala. Lo reconoció de inmediato. Cuando dio unos pasos hacia adelante, las puertas detrás de ella se cerraron con un ruido sordo. Pero lo que más le sorprendió fue que el hombre estuviera solo y no acompañado de ningún guardia. Cuando se acercó a menos de diez metros de él, habló: "¡Isabel, te estaba esperando!
"Me estabas esperando, ¿cómo sabías que iba a venir aquí?
Riendo, respondió: "Sé todo lo que pasa en la sociedad. Verás, tengo un equipo muy bueno para observar a gente como tú. Por fin sé por qué vienes y de qué tratan tus preguntas.
"¡Si las conoces, entonces respóndeme! Quiero saber qué le pasó a mi padre y por qué lo eliminaron. ¿Qué pasó con toda esa gente que no siguió sus reglas?
El hombre volvió a ponerse serio y en tono tranquilo dijo: "Dime, Isabel, ¿alguna vez has amado tanto a alguien que harías cualquier cosa para protegerlo?
"Sí, por supuesto, pero no así. Mirándola fijamente, el hombre dijo: "Tu padre sólo quería protegerte del mundo exterior. Te quería tanto que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para protegerte... Los desaparecidos se merecían su destino. Pero prefiero no decir nada porque ese es otro secreto."
De repente, Isabel comprendió. El hombre que estaba frente a ella era...
Blanco y Negro
Llevo casada con Pedro desde hace veinte años. Fueron nuestros padres los que nos empujaron a juntarnos. Tuvimos una hija que ya se ha independizado. Vivimos en un piso en la capital, el mismo desde que nos casamos. Conozco cada rincón de este piso, cada cuadro colgado de sus paredes, cada libro de la biblioteca que casi nunca leemos…
Trabajo en la administración, como Pedro, Tenemos el mismo horario de trabajo. Somos la pareja de más edad de la empresa. Nos queremos mucho. Tenemos una vida perfecta. Nuestros amigos nos envidian. Bueno, solía pensar eso, que teníamos una vida sin defectos.... Hasta el momento en que la policía llamó a nuestra puerta una noche y nuestras vidas cambiaron por completo.
Ese día, la policía empezó a golpear violentamente la puerta. Buscaba a un hombre que coincidía con la descripción de Pedro. El hombre habría cometido varios asesinatos.
Sabía que mi marido era incapaz de matar a nadie. Había vivido con él durante mucho tiempo. Lo conocía mejor que nadie pero la policía se lo llevó. Mi hija que había venido a casa este día, se quedó petrificada. Y no era la única. No comprendía nada, ¿Qué estaba pasando? No podía creer esta situación, era como un sueño
Llamé a mis contactos en el sistema de justicia. Tengo al mejor abogado. Mi única ambición durante esas largas semanas era aclarar la inocencia de mi marido.
Se le concedió la libertad condicional... Pero seguía siendo el único sospechoso y los investigadores estaban convencidos de que Pedro era el culpable. Nos alegramos de verle de nuevo en la casa. A causa de su libertad condicional, perdió su trabajo y tuvo que quedarse solo en el piso todo el día. Tenía un perímetro de desplazamientos limitado que no debía cruzar. Por la noche, cuando llegaba a casa al principio, lo encontraba enfadado. Entonces empezó a estar triste a menudo.Lo defendí hasta el último momento. Nunca dudé de mi esposo. Mi hija también lo apoyaba, pero a veces tenía dudas.
Finalmente, empezó a invitar a amigos durante el día cuando estaba solo. Cuando un día llegué a casa pude ver que había recibido a la gente. Pero nunca me lo contó. Otro día olvidé un archivo y tuve que volver a casa antes de tiempo. Me encontré con un grupo de hombres que daba miedo. Me miraron de arriba a abajo. Era como un intruso, un error en la habitación. Estaba incómodo y comenzó a gritarme. Traté de defenderme y él comenzó a hacer gestos violentos para con mí. Me golpeó en la cabeza. Corrí hacia la salida. Pedí ayuda y la policía. Este hombre al que había amado todos estos años era en realidad un asesino. Pero estábamos juntos. ¿Cómo pudo ocultarme su verdadera identidad? No me había casado con Pedro sino con Julio Don Gantes. La policía estaba orgullosa de haber encontrado al culpable inmediatamente. Me avergüenzo de no haber creído a la policía. Fui demasiado ingenua.
Quise hablar con él una última vez antes de que volviera a la cárcel, el lugar que le correspondía. "¿Por qué hacer esto?» Simplemente respondió: "El asesinato es un juego extraño. Se nos pega desde la primera vez que lo cometemos. Hace que queramos hacerlo una y otra vez. Y esto es siempre para ocultar mejor el primero y el siguiente.» Le hice preguntas más concretas sobre su cambio de identidad, pero prefirió no decir nada porque era otro secreto.
Nuestros padres nos enseñan a desconfiar de la gente que no conocemos, pero no nos enseñan a conocer mejor a las personas que creemos conocer. Sin embargo, hay personas que conocemos a simple vista. Compartimos nuestros sentimientos como si fuera por el aire. Podemos predecir cada movimiento, cada reacción. Tan predecible. Ese es el poder del amor en particular. Pero hoy aprendo que incluso la confianza en el amor tiene sus límites. Solo podemos confiar en nosotros mismos. Somos los únicos que conocemos nuestras acciones
Nunca me volví a casar. La desconfianza era demasiado grande en mí. Mi hija nunca quiso volver a ver a su padre. Ella estaba bien educada y encontró un esposo que nunca la decepcionó. Fue la victoria de mi vida.
Aloe
Después de dos horas de caminata, finalmente llego frente a la casa. Toco el timbre, una señora muy bien vestida viene a abrir la puerta. Me abraza, me besa, me enseña la casa, me muestra mi nueva habitación. Todo es diferente a lo conocí en mi, ahora, antigua vida. Me lleva al salón y me ofrece unos pasteles. Me da toda la información que necesito para evitar que los soldados alemanes desenmascaren mi identidad.
Estamos a 21 de febrero de 1941. Estoy preparando mi maleta sin saber realmente por qué. Mi madre entra en mi habitación y me dice «Aquí, Isaak. Toma este falso carné de identitad. Y este papel. Encontrarás la dirección a la que debes dirigirte. Ten mucho cuidado de no revelar nunca tu verdadero nombre, tu verdadera dirección y tu verdadera vida y, sobre todo, tu verdadera religión… No olvides que ahora te alojas en una familia catolica así que tienes que fingir ser de esta religión. Piensa que es como un juego, es un juego extraño. Cuida de ti. Te quiero. Vendré a buscarte a ti con tu padre cuando las cosas estén mejor para nosotros. Ve rápido, cariño, es más seguro.». Después de estas pocas frases, salí de mi casa con el corazón encogido y con lágrimas en la cara pero con la esperanza en mí de que volvería a esta casa cuando las cosas estuvieran más tranquilas.
Quien dice nueva vida dice nueva escuela. Mi primer día de clase será mañana. Es un colegio privado,.Anna me explicó que al menos allí nadie tendrá dudas sobre mi identidad.
Pasan los días, sin noticias de mis padres, ni siquiera una simple carta... Afortunadamente todo va bien para mi, trabajo muy bien en el colegio, tengo muy buena relación con Anna y su marido. Nadie sospecha de mi verdadera identidad y, sobre todo, paso todo mi tiempo con Otto. Se ha vuelto indispensable en mi vida. Todos los días, al salir del colegio, corremos al Stadpark para merendar juntos antes de volver a casa. Hoy ha tenido la idea de jugar a un nuevo juego : "verdad o reto". Nos hemos reído mucho juntos. Me tocó a mí, y me hizo la famosa pregunta: "¿Verdad o reto?".Le contesté "verdad" en tono sereno. Entonces me pidió que le revelara mi mayor secreto. Confiando plenamente en él y siendo un poco ingenuo, revelé mi verdadera identidad. En ese momento Otto se levantó, me lanzó una mirada dura y salió corriendo. Me di cuenta de que había cometido una estupidez que, probablemente, arruinaría el final de mi vida. ....
Hoy es el gran día. Descubro mi nuevo colegio. La directora me lleva a mi nueva classe, me presenta a mi profesora, me muestra mi pupitre. Estoy al lado de un chico que se llama Otto, es muy agradable. Es rubio y tiene los ojos azules. Hablamos muchoy nos llevamos muy bien.
A la mañana siguiente, llego a la escuela. Otto no me habla. Me siento profundamente solo como si fuera el niño más solo del planeta. Intento seguir la clase pero es muy difícil, mis pensamientos están en otra parte. Me hago muchas preguntas: «¿Le ha contado a alguien mi secreto? "¿Qué me va a pasar? ¿Debería habérselo dicho a Anna?». Vuelvo en mí. Alguien llama a la puerta. Mi corazón empieza a latir rápidamente. La señora Schulz abre la puerta. Cinco soldados alemanes entran en el aula y me piden que les siga. Me levanto, miro por última vez a Otto que, con lágrimas en los ojos, murmura algo que no consigo entender…
Zenda
Sentada sobre las raíces de un sauce llorón, y acompañada por su tortuga Georgia, Romane estaba leyendo un libro. Atento, no se dio cuenta de que Georgia se movía demasiado rápido para ser una tortuga. Cogiéndola con la palma de sus delgadas manos, más pálidas que sonrosadas, Romane se detuvo al ver una zanja de tamaño medio frente a él. Respiró profundamente y comenzó a pensar... Pensó para sí mismo :
" Juego a ser otra persona,
Juego con mi apariencia,
No soy la persona que crees que soy
Yo soy yo, sin molde
Juego con mi identidad, pero me pierdo en ella
Después de todas las preguntas que me he hecho, no he llegado a una respuesta fija.
De hecho nunca creo que la encuentre.
Pero, ¿realmente quiero encontrarla?
Creo que prefiero quedarme en la oscuridad
Estoy caminando en la oscuridad en un bosque oscuro, estoy rodeado de árboles, de bosques, que no me ayudan a encontrarm. Intento hablar, gritar pero nadie me oye. Probablemente nadie me oirá nunca
Intento decirles, con mis indirectas, mis palabras, mis acciones, que no me entienden
No me alcanzan, en este bosque, de árboles que parecen iguales Prefiero guardármelo para mí,
Soy quien soy
No soy la una o el uno que crees que soy
Soy yo en mi propia molde,
Yo soy yo sin falsificaciones
Vivo casi exclusivamente en un mundo de mentiras y dolor cada vez que me llaman "ella".
Cuando aquellos hombres del bosque me preguntaron "¿cómo está usted señorita?", pensé que estaban hablando con otra persona. Casi no contesté, pensando que había una mujer detrás de mí.
Así que cogí mi teléfono, avisé al mundo o más bien intenté avisar al mundo a través de las redes sociales, de mi situación, de mi localización y ahora estoy perdido de neuvo en esta gran ciudad con grandes rascacielos.
Perdido en las observaciones y comentarios, positivos y negativos. Por muy lisonjeros y hirientes que estos sean, trato de vivir a través de estos edificios que me impiden avanzar. Así que sí, trato de asumir.
Trato de ser yo, cuando puedo, es un juego extraño
Yo soy yo, en este bosque de rascacielos
Soy yo, con las creencias de la sociedad
Soy yo, ni chica ni chico"
Finalmente, tras una larga reflexión, Romane respondió a las preguntas que le atormentaban y le corroían por dentro. Esto fue una gran liberación para él. Finalmente cogió su tortuga y se fue. Lo vemos hoy, en la distancia, observándonos desde su ojo estrellado.
La leyenda dice que el viento que sopla bajo del sauce llorón ayuda a los jóvenes a aceptar su identidad, su orientación, su punto locura, su ser.
Snt
Les miré a todos. A cada uno de ustedes. Y todos han sido la inspiración de la sombra en la que me he convertido. La sombra de mi alma. Una sombra nacida de la sed de ascensión.
He denigrado el hombre que era por ser como tú. El encubrimiento, la mentira, la corrupción han reemplazado mis valores y mis principios. Decepcioné a los que creyeron en mí. He decepcionado a las personas más importantes de mi vida. ¿Por qué? Tan solo por tener un lugar en este mundo de fantasía. Tan solo por lograr mi objetivo. Le había prometido a mi madre que viviría más que mis hermanos. Le había aseguré mi éxito... mi éxito seguro.
El rumor se extendió por todo el barrio. Todo el mundo lo sabía. “Es un juego extraño.”, me dijeron algunos. “Este es un juego peligroso.”, afirmaron otros. No los escuché. Solo importaba mi ascenso. Y para alcanzarlo, tuve que caminar por este corredor que invadiste. Pero me metí en un callejón sin salida que me llevó al abismo de la locura. Cegado por la ambición, me preparé para convertirme en otro, hasta el punto de no reconocerme. Y este nuevo mundo me hechizó. Lo probé. Era un sabor exquisito pero peligroso.
Disfruté jugando. Jugué con dinero e incluso a veces con vidas. No había mas barreras Y me gustaba. Es más, ¡estaba obsesionado con ello! Tenía el poder. Un poder tan inmenso que acabó nublando mi mente. Un poder tan inmenso que perdí toda conciencia. Ya no tenía lucidez… Y nació una adicción. Una adicción tan atractiva como destructiva.
Luego vi a mi madre. Rompió brutalmente mi dependencia.
Cruzamos la misma calle. Ella me miró. La vi acercarse a mí. Usted también. Y las bromas empezaron a brotar de sus bocas. Les seguí. Humillé a mi propia madre y sus oídos oyeron estas horribles palabras. Probablemente no todo, pero lo suficiente para dirigirme ESA mirada. La peor mirada que una madre puede dirigirle a su hijo. La peor mirada que te puede dirigir la mujer que te parió. La mirada que destrozó todo. La mirada que finalmente me hizo abrir los ojos.
Lo había terminado. Seguir con vida había sido mi promesa y la rompí. Tracé un raya sobre yo mismo por ella. Terminé mi vida frente a sus ojos, traicionándola. Luego, desilusión tras desilusión, me di cuenta de la pesadilla en la que me encontraba. Mi conciencia regresó como por arte de magia, como una violenta bofetada. Todo el sueño que venden, esta felicidad y realización son tan engañosos como yo. Mírense ustedes: las mujeres se critican por no sentirse inferiores ante estas mujeres afuera que están felices de su condición "mediocre". Solo lo material llena sus vidas. En cuanto a ustedes, hombres, corrompen y están corrompidos. Interpretan muchos papeles y la hipocresía se une a su arrogancia. Solo la mentira reina en su universo. La humanidad no tiene lugar en este mundo.
Su único lugar es mi barrio. Vive allí como una reina. Todo es verdadero y puro allí. Cada momento es tan precioso como las piedras que adornan sus cuellos, señoras. Es en mi barrio, que me forjó, donde me hizo una persona honesta y satisfecha con lo que tenía. Alguien a quien apagaste hoy.”
Todos me miraron. Se produjo un silencio único. Miré a todos. Ninguna mirada habitual de desprecio, burla o altivez. Solamente asombro y discernimiento. Finalmente se resignaron y se dieron cuenta de quiénes eran en realidad. Pero no quería insistir en ello. El único que me entristece es el que veo frente a mí. El único que me irrita soy yo mismo.
Estoy cansado de fingir, cansado de encubrir. Mi deseo se ha convertido en un obsesión. Mi vida se ha convertido en una serie de hipocresías que me dejan vacío. Ya no soy solo un caparazón sin contenido. Me siento impotente. Privado de todo lo que me rodea, de todo lo que pensaba. Todos se habían ido. Hoy, cuerpo y mente ya no conviven.
¿Cómo pude volverme tan cruel y tan despiadado por un futuro lleno de mentiras? ¿Convertirme en otro para igualar a las bestias hambrientas de la desgracia de los demás? Esta persona frente al espejo se ha convertido en una extraña para mí.
Pero, ¿en quién me he convertido?
Alemso
Aún recuerdo aquel día en el que llegó al pueblo. Todo estaba bastante tranquilo, nada fuera de lo común; bueno, era bastante aburrido la verdad. Pero, de repente, un coche recorrió las calles del pueblo a toda velocidad. En ese instante toda la calma se rompió. Yo me encontraba con Julia en el bar y los dos quedamos bastante intrigados, como todos en el pueblo. Los cuchicheos y suposiciones empezaron a escucharse en la cafetería, pero ninguno de nosotros sabía quién era el extraño que conducía ese coche. El coche se detuvo unas cuadras más adelante en la antigua casa de la señora Martha. La casa llevaba vacía unos años ya que la señora Martha se había mudado a la ciudad junto a su hija y nadie había habitado la casa desde que se marcharon. El forastero se bajó del coche. Era un hombre bastante diferente a lo que las personas del pueblo estábamos acostumbradas a ver, tal vez porque no éramos más que simples pueblerinos que no conocíamos más que lo que había en nuestro aburrido pueblo apartado en las montañas. El forastero entró a la casa de la señora Martha y todos pensamos que tal vez era un pariente suyo. Durante todo el día las suposiciones acerca del misterioso forastero ocuparon la vida del pueblo.
Al día siguiente, el misterioso hombre salió de la casa y se dirigió al bar. Cuando entró, absolutamente todos nos quedamos mirándole, incluidos Julia y yo. Él se acercó a la barra y le pidió al mesero nada más que un café para luego preguntarle dónde podía comprar víveres y cosas para su casa en el pueblo. El mesero no era muy amigable, así que únicamente le dio su café sin ni siquiera dirigirle una palabra o una mirada. Entonces, ahí fue cuando yo me acerqué, muerto por la intriga de saber más acerca de él y con el pretexto de responder a la pregunta que le había hecho al mesero, así que empecé a hablar con él y a preguntarle de dónde venía, qué hacía en el pueblo, entre otras preguntas que recorrían las calles del pueblo. El hombre me respondió muy amablemente aunque evitó muchas de las preguntas; me dijo que su nombre era Charles y que había comprado la casa de la señora Martha (al parecer los dos se conocían pero él no era familiar suyo). Luego de una pequeña charla con el hombre del cual ahora conocía algo, me dijo adiós y se dirigió a comprar todo lo que necesitaba para su nuevo hogar en el centro del pueblo como le indiqué. Julia se acercó a mí totalmente intrigada y a pesar de que ella había llegado a escuchar casi todo me empezó a hacer preguntas acerca del forastero, pero cuando le conté hacia dónde se estaba dirigiendo, salió corriendo para poder poder alcanzarlo, sin ni siquiera decirme adiós. No sé qué hablaron Charles y Julia pero al parecer, después de ese día, se hicieron muy buenos amigos.
Con el pasar de los días Charles se hizo amigo de la mayoría de personas del pueblo. A pesar de su aspecto fuera de lo común, todos nos empezamos a llevar muy bien con él, aunque lo único que nos contó acerca de su vida fue que tenía veintinueve años y que siempre había vivido en la ciudad. Pero al parecer, Charles era bastante más abierto con Julia y, gracias a ella, nos enteramos de que él había comprado esta casa porque estaba cansado de la ciudad y quería vivir una vida más tranquila, que había estudiado arquitectura y que trabajaba en una gran empresa multinacional que le permitía vivir en el pueblo ya que su trabajo era a distancia.
Tras unos meses, Julia y Charles terminaron estando juntos. No fue sorpresa para nadie, la verdad. Julia se empezó a percatar de ciertas actitudes sorprendentes de Charles. Cada noche, siempre a la misma hora, salía de casa. Y lo primero que hacía por las mañanas era leer el periodico de forma compulsiva, explorando cada página con una disimulada e incómoda indiferencia si llegaba Julia. Ella le preguntó sutilmente por esos hábitos extraños, pero él nunca contestó. Una noche, Julia, cansada de los secretos de Charles y de su falta de explicaciones, decidió seguirlo sin que él se diera cuenta. Presentía que algo terrible ocurría pero no se imaginaba qué podría ser. Aquella noche, Julia fue testigo silencioso de cuanto hizo Charles, pero prefiere no decir nada porque ese es otro secreto que, como todos los se cuelan sin querer en nuestros oídos y que tratamos de esconder, borrar o disimular, seguirá teniendo un hueco en nuestra memoria. Y, a veces, en un descuido, esos secretos se escurren de nuestras bocas sin importar cuánto nos esforcemos en retenerlos.
Después de esa noche Charles se marchó sin aviso alguno y a pesar de que Julia decidió guardar su secreto hasta el día de hoy, algunos nos terminamos enterando por boca de otros. Al parecer, Charles no se llamaba Charles ni había comprado esa casa. En realidad, era el sobrino de la señora Martha y aunque sí era arquitecto, también era un estafador. Había logrado estafar a más de seiscientas personas que le confiaron su dinero para construir o remodelar su casa. La policía española y la interpol lo estaban buscando ya que antes de vivir en el pueblo había vivido en España donde habían tenido lugar dichas estafas. Si leía el periodico minuciosamente era porque le inquietaba descubrir un día su cara entre las planas junto a un mensaje de “se busca por estafa”. Todas las noches salía para hablar por teléfono con su esposa, que había decidido quedarse en España para no levantar sospechas, la señora Martha les ofreció ocupar su casa vacía de la campiña francesa para así poder esconderse de la policía.
A día de hoy seguimos sin saber a dónde fue o qué pasó con el hombre que conocíamos como Charles. Algunos rumores decían que fue atrapado al otro lado de la frontera tratando de regresar a su país, al otro lado del mundo, allí donde no necesitaba guardar ningún secreto ya que el secreto ya había llegado a oídos de todos.
Igorslok